La última vez que miraste el reloj le salían arrugas al pasado y el café se reía de tus pecas. Paseabas por las calles con la cabeza bien alta, jugando a balancear el silvido con el viento de poniente, regateabas jugadas con habilidad mientras trescientos nombres te hacían la competencia.Ahora sigues siendo igual de fuerte y has hecho impermeables tus dudas más frágiles.
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